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Capitana de mi encierro cuenta el momento en el que se interrumpió el tiempo. En plena pandemia, mientras las redes y las comunicaciones virtuales nos agotaban, el mundo, siendo solamente mundo, se volvió extraño. La poesía fue una manera de nombrarse o nombrar el pasado, la realidad, la propia historia. Palabras suspendidas como lágrimas a punto de caer. Poemas como islas en las que refugiarse, y entonces el deseo, que asoma duplicado: “desnudas nos observamos / nos repetimos feroces sobre el vacío”.
Virginia Janza
Escribir poesía es un ejercicio de atención, de escucha consciente, de observación más allá de la superficie de las cosas. Es ese rumor que surge, que se gesta, en la intimidad del habla, como señala Bellessi. Lo común y lo cotidiano cobran aquí relevancia porque lo que se expande es la mirada. Como restos luminosos de un naufragio, los poemas de Jésica Szyszlican emergen como pequeños destellos, como íntimas celebraciones de que la palabra sigue siendo esa red que sostiene.
Washington Atencio
*
hay una guerra
un enemigo invisible afuera
adentro el hogar es la patria
la patria no perdona a los traidores
ni siquiera ante la calentura o la soledad
estalló una bomba entre nosotras
en el grupo de whatsapp lincharon a una amiga
con palabras de piedra
irresponsabilidad
egoísmo
muertos
por su deseo que no se queda quieto
por su tristeza
salió del grupo
salió del grupo
salió del grupo
hubo bajas abandonos
sigo acá detenida
miro lo que quedó después de la batalla
elijo escuchar ser un mínimo resto
de red que sostiene
me niego a ser
la policía de mis amigas
*
me choco en la entrada con la vecina
la de los nenes la de la ventana la de la caja
terraza y fuego
ya no sé cómo llamarla
no sé si es siempre la misma
yo vuelvo ella sale
está sola cosa rara
nos atropellamos con frases cortas
como burbujitas de saliva
escupidas sin querer sobre el abrigo de la otra
pum pum pum pum
midiendo nuestras bocas invisibles
es que vino mi mamá a ayudarme
ya no podía más así
sola con los chicos
me gustaría meterme en ese intervalo
mínimo y secreto
que deja entre sus hijos
y la soledad
*
¿qué es lo peor que me pasó?
que me ocupen el barco
mi barco
capitaneado por otra persona
no saber a dónde lo llevan
se mueven suben anclas izan las velas
dan órdenes
todos quieren seguir
las instrucciones
en mi nombre algún juego
haciéndose masa
ocupan el barco
avanzan y el mar de pronto
no me pertenece
borrasca oscura
lo peor es que los dejo
me hago mínima tenue de espanto
que todo siga la marea
y que termine rápido
me agarro del mástil
me abandono el deseo al fondo
justo debajo hundiéndose
barco tomado
hoy intento decir
capitana nunca abandona
barco recuperado
de tantas voces agarrando sus timones infinitos vientos
entrecruzados traen sonidos
batallas viejas confunden los rumbos
Jésica Szyszlican