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Cada poema es una cita, cada cita está numerada y cada palabra escribe el deseo de lo que no está (el deseo siempre va más allá, donde no podemos alcanzarlo, pero sí perseguirlo). En cada encuentro participamos de una fiesta de cuerpos encendidos, ardiendo de placer. Un ritual de caricias y palabras que se repite con variaciones propias del descubrimiento y la exploración. Así la poesía cuando la caricia es un deslizarse en la hoja, con una musicalidad que se detiene en el detalle, en el silencio, que rodea lo que no se puede decir. La lengua de los amantes es inventada cada vez, nace y muere como una ola, como un orgasmo. Flor Codagnone logra que estos pequeños poemas desborden de sentido, pidan más (como el propio yo poético: sediento, hambriento), dibujen las ganas de otra cita que es otra noche que es otro encuentro (esta es la lectura). “Coger con amor”, como dice el epígrafe de Lenore Kandel al comienzo del libro, es una declaración política que convoca a los cuerpos a festejarse, perdiendo cualquier sujeción sistemática, vueltos a la alegría salvaje de los sentidos sin significación, de la lengua que desarticula y prende fuego al tiempo y al espacio que muestra una ubicación. “Cometo un beso” dice el número 28, cometamos poesía es la invitación a la que mueve este libro.
Karina Macció
*
(cero)
I
Sobre tu cuerpo
sobre tu cuerpo
sobre tu cuerpo
no es más
sobre el mío
II
No es una lágrima
esto que brota:
es alimento.
III
Entre mis vísceras
grita un animal hambriento
todos los nombres
de mi origen.
*
(quince)
I
Un lenguaje nuevo
en nuestro origen.
II
Ojos sobre mirada,
cuerpos sobre encuentros,
carne sobre carne,
ritos siempre distintos.
III
En la cama, hicimos
ríos, mares, volcanes,
vientos poderosos.
Los cuerpos queman
de placer.
IV
Creamos un mundo propio
fuera del mundo, dentro de mundo.
Y, así, sucios de nosotros,
embarrados de nosotros,
silenciados de nosotros,
será difícil volver a casa.
Flor Codagnone