Aníbal Ilguisonis ha escrito un libro hermoso. Un libro escrito desde la felicidad. No esa felicidad que se piensa como un bloque tan inerte como efímero. Más bien, desde las felicidades. Las muchas posibles, en tanto se tenga la capacidad vital de descubrirla cada vez que estamos ante alguna de ellas. Una felicidad no fugaz. No pasajera. Sino esa felicidad que se hace a base de un montón de momentos, de un montón de intentos, de fallidos, de recomienzos, de fes y de alegrías chiquitas. Por eso la voz que recorre este libro va cambiando de registro. Va cambiando porque es flexible, porque se adapta a cada otra voz para no perder ni una de todas las felicidades posibles: la de encontrar el paso justo, la de leer y fumar solo en el delta, la de ir al cine una tarde con la mamá ya mayor, la de tomar un whiski con el viejo, la de encontrarse escribiendo a unos minutos de cumplirse 25 años —25 años ya— de la alegría inmensa de ser padre, la de encontrarse en un país cualquiera con la reencarnación de la perra que se amó y se perdió hace tiempo. Pero lo que se encuentra aquí no es solo la alegría, no es sólo la felicidad de existir: eso sólo no sería poesía. Lo que se encuentra aquí es la arquitectura cuidadosamente hilada por un poeta que encontró su voz, no la última ni la “para siempre”, sino la voz que corresponde a cada poema. Ritmo, repeticiones, diálogos, fragmentos de conversaciones... y la ideología pura y límpida que lo sostiene, todo confluye para que El tiempo de la flor sea un libro no sólo feliz sino también perfecto. Celebro haberlo leído. Celebro que el/la lector/a tenga en sus manos un libro feliz, hermoso y magníficamente escrito.
Mercedes Roffé
*
aprehender la flor
la flor que crece envuelta en la seda de sus pétalos
aprehender
color
gama
forma
aprehender
cielo
perfume
misterio
aprehender
nacimiento
y muerte
de la flor
un manto que cubre el relieve
la flor crece y algo cambia
silenciosa presencia desgarrada
que embellece en su frágil devenir
la flor es flor porque vuelve a florecer
dame tiempo
el tiempo de la flor  
*
Dejame decirte
como si hablara en voz alta
un soliloquio frente al espejo
Dejame decirte
o decirme
decir gritando
parado en una tribuna
o en una tarimita de once
como un evangelista extasiado
envuelto en esta locura
Dejame decirte
con la sangre latiendo en mis alas
el pecho abierto
el músculo tenso
dejame gritar con cada cuerda
hasta que vibre el hueso
tiemble la carne
y la piel reciba
como un susurro
la música de mis palabras
Dejame decirte…
hoy es hoy
HOY
ES
HOY
Aníbal Ilguisonis