palabras que nos nombran - Axel Levin

Descubrir, 93 páginas, 2014.

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¿Qué se puede hacer con las palabras? ¿Jugar con ellas, odiarlas, tomarlas seriamente, sopesar su sentido, extraer la melodía de su voz? ¿Qué hacer cuando los signos no alcanzan? ¿Ser un explorador de sapos, un abrazador de palabras, un suicida, un poeta? Axel Levin indaga los límites de lo que puede ser nombrado. Más profundamente, plantea una búsqueda imposible, ¿cómo explicar aquello que la palabra dice con algo tan limitado como el lenguaje? “Toda palabra busca su ausencia”. Es como mirar al espejo y querer vernos por los ojos del otro, la verdad buscada en el reflejo. Ser escritor es la aventura imposible: encontrar en las grietas del lenguaje un lugar para entrar en él como el agua en la piedra. Como lo hace Axel Levin en estos poemas.

Nicolás Pazos

Este libro me enfrenta a un espejo que se halla detrás de las imágenes del mundo. En ese reflejo soy partículas etéreas liberadas en el universo. Me siento parte en una galaxia de sentidos del lenguaje, la luna me acuna tibiamente y luego me libera en viaje abierto. Cada poema es un recorrido por la intimidad, una búsqueda de reconstruir una emoción o un pensamiento. Salto como en una particular rayuela de palabra en palabra. Los puntos de llegada son desembocaduras de cuestiones serias, fuera del juego. Las palabras me cautivan, “EncarceladO ¡¿Yo!? Por palabras”. Sentirse un títere movido por finos hilos que podemos cortar, pero no queremos. Es el camino ondulante de la poesía que nos muestra Axel Levin.

Eugenia Coiro

*

La última

La palabra es su muerte
congelada. Cuando el
tiempo marca su aire
dibuja nuestra silueta
el camino. Un día nos
toca darnos vuelta
ver cómo hacia abajo
esperan todas nuestras sombras.
¿Serán esos los signos
de la palabra que somos?
La pronunciamos
y morimos.

*

¿Cómo se puede entrelazar
esa política de islas en el tiempo
naufragar a conciencia de tanto en tanto
ser el aventurero que prueba perderse por gusto
el explorador que queda varado en la nada y se sonríe
con el aliento bullicioso
el día a día que promete
se te queda mirando ambiguo
recordándote a un faro amarillo
un potente ojo ámbar
cubierto todo de neblina
girandolejosufigura?
Pero en realidad
solo es superficie
de esas de cemento repletas
en las que no existen formas o leyes
puertos de salida o de llegada
caminos fiables o rutas inseguras
técnica, métodos, o consejo de navegante
que empañe el hecho
de que esta superficie de cemento repleta
es solo superficie
y nada más.
No existe debajo
ninguna profundidad
ninguna exploración en la que pueda sonreír
ninguna aventura en la que consiga perderme
ninguna tierra a lo lejos en la que logre desembarcar
más que el invento propio
el ingenio único del navegante
del que suelta las amarras sin preguntar
el catalejo
el timón
el barco
las barbas crecidas
la tripulación bajo el sol
saborear ya el miedo de la sed
de repente poder gritar bien fuerte y triunfante:
¡Tierra!
Por fin divisada capitán, ¿eh?
¿Lo dudabas acaso, contramaestre?
No, no, capitán, pero por un momento, no sé, pensé en la posibilidad de…
¿Qué cosa? Más fuerte, contramaestre, ¡no lo oigo!
Que por un momento pensé en la posibilidad de qué pasaría si (…).
La tripulación exaltada
gritaba como loca
la noticia corrió rápido y el festejo no se hacía esperar
los barriles de cerveza ya se estaban destapando
los cánticos de marinero rompían osados la extensión del mar
Déjelo ahí, contramaestre, ya me dirá bien en tierra firme.
¡Otra isla inventada! ¡Otra isla inventada!
Se los oía jubilosos, los marineros, uno y otro gritando
abrazándose, haciéndose bromas
el barco en pleno brindis
y la tripulación entera
confluyó sin ponerse de acuerdo en ese grito jocoso:
¡Otra isla inventada!
Como si necesitaran decirlo en voz alta
escucharlo una y mil veces
a voz en cuello de contenta
para creérselo
para estar seguros
para de una vez por todas
hacerlo realidad.

Axel Levin