El eje de la poética de Martín Jiménez Guerra es el nombrar. Su palabra no merodea en torno al objeto lírico sino que lo determina y lo conforma desde el verbo. Explicita lo real desde la raíz, como diría Giannuzzi. El responsable elocutivo de Hormigas en la venas enuncia sin dudar, con la certeza, la potencia -y la melancolía- del que sabe que la lectura es estallido, pura dispersión. Por eso su mirada, minuciosa, se detiene en el fragmento. La eficacia, el bello acontecimiento de estos poemas se relaciona con el feliz episodio de la atomización. El espejo astillado de las cosas devuelve la silueta -siempre compleja- de un mundo inagotable.
Jorge Consiglio
En este libro la idea de "relación" está plasmada con toda su potencia: soy en relación con otro, que es en relación conmigo. Ahora somos esto nuevo, un conjunto con movimiento propio, un cuerpo doble, esférico, como describía Aristófanes en El Banquete. Pero a diferencia de lo que narraba el griego, este cuerpo hecho de dos no se separa en individuos completos cuando la relación muere. La ruptura invade todo, carcome a los integrantes y a sus espacios.
Sin embargo, efímera, delicada y poderosa, la poesía permite desatar el deseo y la imaginación. Se puede concebir un "nosotros", un momento extático de "baile". Y son estos instantes los que siguen alimentando la capacidad de sentir más allá del dolor y de la angustia existencial. Hormigas en las venas nos lleva a explorar cómo se siente el amor cuando ya no está.
Karina Macció
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CERRAR LOS OJOS
El cielo de Traful sueña con ser tu mirada.
Sueña la noche con la orilla de tu boca.
Con hacerte poema soñó Juarroz
y yo
sueño esa soledad a dúo
y ya no quiero despertar
de esta muerte.
DESPUÉS DE VOS
“El día después, después de vos, crucé los dedos”
Carlos “Indio” Solari
Ya no te busques adentro tuyomío
nos perdimos en el tiempo de los tiempos
sin agujas
donde nacen y mueren
el destino, el sentido y los caminos
donde muere y nace la vida
la nueva, no aquella
no ésta.
La no vida
de poemas redundantes
manoseados de huellas
vacíos de voz.
Muy vacíos de vos.
Martín Jiménez Guerra