Leer a Eugenia Coiro es como llegar a la deseada media-sombra del jardín, cuando a la una del mediodía calcina un “sol despiadado”, que nos impide mirar(nos). En sus libros se puede entrever lo que no se distinguiría a plena luz. Su escritura es siempre ese “entrar ahí” donde querríamos permanecer cegados: lo imposible, las distancias, los fragmentos del fin. Ella se anima a “buscar (...) bucear adentro, bien profundo” como diría en Bengala Hotel. Pero hay que leerla con cuidado, pueden ir cayéndose algunas vendas.
En cada viaje-poemario Coiro suma riesgos. En éste se desplaza por un jardín íntimo e inquietante, lugar escondido para dos que son “uno / uno”, con esa barra que separa y une, divide y junta, tan crispada como “un cactus sin raíz / pero con sombra”. La sombra, metáfora que se desliza inasible en su variedad de significados para encarnar, al igual que los versos de Eugenia, la ambigüedad y el deseo. Presencia sutil que no nos deja a oscuras ni nos expone a la luz, pero es pura posibilidad de ambas; acompaña el estar y es figura de lo que acaba de irse: “Este es el horror: / es tu sombra lo que de mí se aleja”.
Sin embargo, la poeta tira y tira de este hilo de Ariadna que “se afina (...) se hace débil”. A lo largo de las cuatro partes del libro la sombra asoma, una y otra vez –implacable deseo de corte barthesiano– y traspasa los límites (los temidos límites recurrentes en la poesía de Eugenia: la fragmentación, el miedo, la soledad) en una búsqueda tenaz y de largo alcance: “Mirame más allá / del cuerpo / en la sombra”. Sed, espera, reflejo, aullido, palacio, la sombra insiste, esquiva muros y ya no (nos) abandona la pregunta: “estoy fuera de lugar / esperando a destiempo / un gesto / de / amor?”.
Alicia Saliva
*
El papel rasgado
recorte
resto
faltante
del cuaderno
arrancado
el papel
sobre la madera
(¿es madera esa superficie
marcada con antiguas líneas
pequeñas cicatrices de familia,
es el roce de tus brazos lo que desgastó y de a poco
hizo privado este espacio
apartado
de otras voces?)
Dentro y fuera de la hoja
caigo
en las esquinas desparejas
los bordes
curvas al vacío
caigo
al lugar escondido
*
tu jardín de felinos y tortugas
tu palacio de sombras
lo estático
fuera del tiempo
parterres de amor disecado
tu cueva espiral
tu caer hacia adentro
shh
el silencio fabricado por búhos
la noche
*
Estratégicamente colocado
tu lunar me pierde
en un bosque
de caminatas
frondosas
crujientes suelos de cáscaras
que recorro entredormida
avanzo
a tientas
con los brazos apenas extendidos
buscando al tacto
la emanación del calor
un olor
algo animal
que despierte
el resto de mi cuerpo
sobre estas semillas oscuras
que suenan
a cada paso
Eugenia Coiro