Materna - Ignacio Uranga

Explorar, 110 páginas, 2015.

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Un punto sirve para señalar que una unidad de discurso concluyó. Pero los poemas de Ignacio Uranga no tienen puntos. Ni seguidos ni finales. Tienen otros signos de puntuación, sí, pero no puntos. No constituyen, como consecuencia, unidades. Ni siquiera podríamos decir que se terminan. Más bien se interrumpen. Son fragmentos. Fragmentos de discursos que contienen otros fragmentos de discursos. Voces que vienen de otros lados y de otros tiempos. De otros poemas, a veces, pero también de la filosofía o de la religión o de la radio. Y hasta de otras lenguas. Fracciones, una vez más, pero no frases enteras. Como si Uranga no cesara de conjurar la oración o el párrafo, el punto seguido o final. Como si con la oración se iniciara, para él, la prosa. Abundan las comas y los dos puntos, eso sí, que van escandiendo el poema, imprimiéndole un ritmo, siempre desplazado en relación con la métrica. Pero puntos, no.

No es casual entonces que su poesía se haya visto confrontada con ese momento conclusivo por excelencia: la muerte. Materna habla sobre eso: sobre la muerte de la madre y sobre por qué esa muerte no es un punto sino una interrupción, interrupción sin motivo de una vida que hubiese podido continuar, interrupción que deja los fragmentos del pasado en la misma incertidumbre acerca de su significación definitiva. Materna no es una oración, y sobre todo no es una oración fúnebre. No es una conclusión. Y sólo así logra evitar Uranga que su poesía se precipite en el pathos. Allí donde cualquiera hubiese escrito un epitafio, Uranga despliega el interrogante irresuelto de la vida.

Dardo Scavino
Bordeaux, Francia

*

esto: glaucoma devenido, con las tantas últimas
imágenes de cáncer corrosivas, neuropatía óptica:
el dulzor de interjecciones nunca oídas y a la vez
los dolos sucesivos ante lo inminente de la estada
en la doscientos seis, de manera irremediable ahora
tal cual Ophélia sobre calmas aguas en un río negro
tal cual Ophélia sobre calmas aguas en el río negro
en que flota hundida en sueños para siempre Ophélia
blanca, tan blancamente lenta como un lirio pasa
blanca, tan blancamente lenta como el lirio pasa
Ophélia y flota hundida en sueños para siempre:
grito a mí mismo, esto no es pasible de cantarse:
apagón en demasía, débil noche de oscura Materna:
involuntaria mnémica, no caigas en los ojos diciendo:
la historia de un rostro inocente con respiro ficticio
clínicos tubos, alimento por suero y gotas de sangre:
rojo fuego y fucsia contra bronce y mármol negro

*

abrir un tajo en lo que intentare: asma de la
Grecia antigua tan amada: pude ver, Clara
hoy en sueños un barroso cielo de arenilla
negro tal el río en que lento, tan lentamente
flota blanco un lirio hundido para siempre
negro tal el río en que lento, tan lentamente
flota blanco el lirio hundido para siempre
bajo el cielo, sí, a fin de cuentas cielo el que
a cada quien le toca: inútil paradigma: signos
que mitigan los hachazos, acaso el orden de
las deudas, pasos por la pena: infrecuencia
del vívido, inopinado apagón de lo que se ama:
mnémicos retales cada noche: la siempre puerta
esta vez de par en par y tribulaciones luego, de
corte psicotrópico y trópico también lo que es
alma en tal suceso, mía, tuya, tras una escena
tan semiótica y montada de fracaso: gestos
de fiebre irreversible y sangre por la tos:
órdenes de inventos adecuando lo contrario
también contraria a calmas aguas la escena
en que flota lento un sueño sobre un río negro
en que flota lento el sueño sobre el río negro:
leerás acaso el sino, mi mano tibia a las tres
las bondades, el real converso, obstinado en
tan bajos los párpados: nombrarán ampliactil
intensificadores: dirán es todo, acabaranse
las máquinas, el aire tecnológico: la prensa
no dirá una palabra al menos: atenderá, pues
circunstancias, la educación en crisis, dólar
paralelo, cepo cambiario, nombramientos
modos de nombrar lo que se nombra, aborto
no punible, libertad de expresión, monopolio
de los medios, puja de poderes, datos indiciarios
quirúrgicas deserciones del sexo voluntarias
canasta familiar: habrá entonces la resignación de
esta nada dicha acerca de tu sueño para siempre

Ignacio Uranga