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Leer el primer poema y sentir el impacto de lo que fue. No hay sorpresa. Sucede la caída, el tropiezo o desamor, quizás el tropiezo del desamor. Un silencio ensordecedor nos anuncia la zambullida. Una letra simple, sencilla y no menos potente nos advierte que asistiremos a un renacimiento, que se buscará revivir o al menos encontrar un espacio tibio que permita la risa. Hubo un cambio y nosotros, como lectores, entraremos en esa intimidad. Intuimos que quien escribe está en otro lugar, se ha sumergido, pero también sabemos que ha resucitado. Es ahí donde nos dejaremos atrapar por esos torbellinos: ¿a quién no le seduce el maravilloso canto de un sireno?

Gabriela Aristegui

Sumergida es un libro que hace reset, apaga y vuelve a prender, reinicia con las nuevas actualizaciones, se transforma (que es otra manera de decir que aprende o reescribe su código). Propone que te hundas en un mar poético y salgas con ímpetus renovados, con palabras vivificadas para enfrentar qué es el yo (quién soy), qué es el amor (por qué amo a quien no me corresponde o a quién me daña), cuándo termina de doler la pérdida y el desengaño (¿termina de doler?), cómo nos volvemos algo distinto (cómo seguimos sin que las cicatrices condicionen por entero nuestro andar). Reset, entonces, a lo transparente y oscuro de las sensaciones, a los sentimientos y las ideas preconcebidas. Re-set: que las palabras sean más acuarela, más murmullo musical, más respiración.

Karina Macció

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