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Poeta y crítico de indudable calidad, Ortiz canta desde la dimensión intimista el tiempo que lo arrasa todo, alternando el tono discreto y resignado al irónico y jocoso, sin perder la actitud vitalista. Sus versos familiares, pero elegantes y musicales, se asientan en la línea elegíaca finisecular, heredera de La realidad y el deseo de Luis Cernuda y de la Generación del 50, regalándonos poemas que no sólo sugieren: de repente aparecen delante de nosotros, como imagen viva y clara, echándonos en cara la universalidad indiscutible de su intenso y eterno significado.

Marina Bianchi

Ya Eliot habló de que el ojo humano es capaz de aceptar poca realidad, porque es capaz de aceptar poco dolor. Ciega y duele la luz de la realidad. Y poco a poco entrecerramos los párpados para evitar en lo posible ese dolor. [...]. Por eso nos duele especialmente el paso del tiempo. Por eso la gran poesía [...] suele ser elegíaca. [...] lo que se nos va, aun viviendo, es la propia vida. Antes que esto ocurra, física o espiritualmente, deseaba escribir estas líneas. Quería dejar dicha mi absoluta fe en la Poesía.

Fernando Ortiz

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