El pez bailable - Destiempo Despacio - Vol. 1 - Enrique Troncoso

Bolsillo, 74 páginas, 2021.

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Tres personajes, Augusto, Aveugle, la narradora, componen un extraño triángulo amoroso de vértices dinámicos. Un secreto circula en elegidos ámbitos porteños y los reúne en busca de una intensidad mítica: El pez bailable, enigmático club de donde habrían salido los peores bailarines de la historia. Uno de los protagonistas posee la llave para entrar, mientras que los otros dos persiguen la clave de quiénes son. El viaje comienza adentrándose en el conurbano profundo, en un periplo que incluye una barca-góndola, cuya travesía nos recuerda la navegación del Estigia o el viaje al corazón de las tinieblas. Esta vez será al otro lado del río Matanza: una música y estética radical produce la metamorfosis de quienes se entregan por completo al ritmo. Ritmo que es descarga eléctrica, erótica, onírica. Ritmo que relampaguea iluminaciones a la manera de Rimbaud, alterando todo lo que sabemos sobre el mundo, la belleza y el amor.

Karina Macció

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El relato enamorado empezaba con un olor que se podía distinguir de todos los otros, un olor y una voz de mujer con los que Fourulis reconstruyó para nosotros las formas en las que su mente organizaba el espacio sin haberlo visto nunca. En esta arquitectura de lo invisible no existe lo que no se ve porque, ver, no existe. El espacio amoroso estaba hecho al principio solo de voces y perfumes, se podía sentir la tensión erótica provocada por un cuerpo hecho solo de olor y sonido. Fourulis extraía sentido de las palabras que ella le decía y con ese material iba definiendo su forma, los signos principales con los que él la distinguiría del resto del mundo para siempre. Una femineidad corporal construida con el texto de lo que una mujer dice y tal vez con el tono y la música de sus palabras. En ese momento ella era la carne de su discurso, su existencia profunda dependía de lo que decía y de un perfume, un único perfume de mujer intenso y metafísico: Eternity, de Calvin Klein. El universo se articulaba dentro de una nube clara y tóxica en un sentido psicodélico que olía así. Esa nube era el material al que el discurso de ella le daba forma para volverla consistente en la existencia. Cuando llegó elmomento del roce de la mano y la experiencia táctil tomó el centro de la escena: la forma y las distintas tensiones de la mano escribían una enciclopedia sobre la intimidad sensible de una persona. Después el baile, la mejilla y la ultraestructura sensorial del más mínimo beso.

–Si lo piensan –dijo Fourulis– el beso de los amantes es una experiencia universalmente ciega y se vive con los ojos cerrados, concentrado en el anhelo del gusto por una instancia líquida del ser hecho un instante de pura lengua.

Al partir de ahí, el centro del relato lo ocupó una forma de pornografía táctil, el desarrollo íntimo hasta la obscenidad de fantasías sexuales sin fotos, sin ojos.

El entusiasmo se fue apagando y todos empezamos a tener sueño. Augusto se paró y eludiendo la orografía de toallas y sábanas abrió la puerta y dejó que entrara un poco la luz del día de verano que estaba empezando.

Fragmento de la Primera Parte, Película Ciega.

Enrique Troncoso