Sonomama - Néstor Cheb Terrab
Descubrir, 200 páginas, 2012.
El paisaje es onírico, surrealista: hombres con canas al nacer, canes verdes, tortugas descabezadas, buscadores que comen el resto del cordón, catódicos placares, sabios bebiendo agua de los piletones, “mindas”, caracoles, escarabajos, corales que recuperan su belleza. De poema en poema dicho espacio también se expande o neutraliza, de acuerdo al tránsito del autor. Deambular con él conlleva a compartir la recuperación de la memoria a fin de nacer de una buena vez como seres más conscientes: encontrar la perla y que no se rompa el collar.
Néstor Cheb Terrab propone su itinerario, aunque el mismo es tan vasto que parece alentar, simultáneamente, todas las variantes que pudieran imaginarse del mismo; como una suerte de Aleph o biblioteca babélica en la que la totalidad (como suma, pero sobre todo como integración) fuera posible. No en vano ahí va Borges también, con un libro bajo el brazo: un ciego agorero y perfectamente lúcido, como Tiresias.
Ana Guillot
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corasangre 
Degeneradas 
La fauna de un topacio 
Mineral 
orillas de la luz 
Sumergida